¿Quién sabe por qué estamos todos juntos?
Todo comenzó un 3 de enero, estaba de viaje en San Miguel del Monte, con mi prima y una amiga, festejando los últimos días del feriado largo.
Queríamos recorrerlo, pero tenía un poco de dolor de cabeza, de todas maneras nos fuimos a caminar. Mi prima se quedó. Pero al volver no estaba. Fui a buscarla, tardé como dos horas y no aparecía, vino la policía, y cuando se fue, me descompuse. Le dije a mi amiga mientras me desvanecía que estaba teniendo un ACV, no me digan cómo, pero lo supe. Efectivamente los médicos dijeron que había sufrido un ACV isquémico del lado derecho.
Al despertar me encontraba en una camilla, sin poder mover el brazo ni la pierna izquierda. Todo lo que iba sucediendo era totalmente impensado.
No era mi realidad, pero allí estaba con mi madre poniéndome su mano en mi pierna, y yo no sentía nada. De pronto lo único que marcó un antes y un después fue una palabra de un médico que se acercó y me dijo “esto tiene rehabilitación”.
Los días pasaron e ingresé al PRONE, un Centro de Rehabilitación del Hospital Italiano, al principio me sentía con mucho miedo e incertidumbre porque no sabía con quienes iba a interactuar, si me iba a adaptar.
Pero comenzó y conocí a Marcela, mi primera compañera, y a Lucía mi terapeuta ocupacional. Luego a Diego, María, a Luis…
Comprendí que lo que me sucedió era un desafío a mi cabeza y mi voluntad. Distinguí además que este desafío no era individual sino grupal.
Y esto somos nosotros, un grupo de personas que nunca proyectamos estos sucesos, pero que hoy estamos ante un desafío de la vida y con la ayuda de los profesionales, día a día descubrimos y aprendemos estrategias para afrontar mejor lo que nos está pasando.
Creo también que la mirada que tenemos cada uno de nosotros sobre nosotros mismos, al vernos todos juntos en esta misma lucha, nos ayuda a esforzarnos y ver mejor al otro.
Y es entonces cuando encuentro respuesta a mi pregunta inicial.