El 15 de Junio mi esposo amaneció con un estado gripal. Lo atendieron periférico de Caseros y le diagnosticaron una bronquitis. Realizó controles cada 48 hs. El 20 de junio a las 2 de la mañana no podía respirar, a las 3 la situación era peor decidiendo ir al Hospital Central. Llegamos a las 4 de la mañana y comenzaron a asistirlo, hasta que a las 8:30 de la mañana no recibí más mensajes. Creí que se había quedado sin batería en su celular. Ante la pregunta de mis hijas que estaban junto a mí en la sala de espera, me dirigí a la recepción a preguntar por él, la mayor sorpresa que me había imaginado recibir era que le había dado un paro respiratorio que lo ponía entre la vida y la muerte.
En ese momento nuestras vidas se convertían en una desesperación inexplicable. Luego de la terapia y el grupo de médicos y de enfermeros tratando de estabilizarlo, a los 5 días su tratamiento llegaba al máximo. Cuatro días después, se dispara la alarma de paro y su situación era tan grave como en el primer momento. Así iban pasando los días, llegaba la traqueotomía y tres días después comenzaban a despertarlo. Así pasaron 28 días en terapia pero llegaba la sorpresa, su paso a piso y una semana después el alta con internación domiciliara, que todavía, la seguimos realizando.